Mural a la entrada de la Casa Poch@ en el centro de la Ciudad de México. Foto de Enrique L. Davalos |
Entramos a la Casa Poch@ y nos recibe este mural cargado de contenido binacional. El mural combina el orgullo chicano con el orgullo de tener un legado indígena mesoamericano. Es como si entráramos a un barrio latino de Los Angeles, Chicago u otra ciudad en Estados Unidos; pero estamos en la Ciudad de México, entre el Barrio Chino, el café bar feminista la Gozadera y las torres de Telmex, en el antiquísimo Barrio de San Juan, a unas cuadras del famoso Zócalo. La Casa Poch@ es un centro comunitario creado por y para las y los mexicanos deportados o retornados de los Estados Unidos. No es Pocho ni Pocha sino Poch@, inclusivo sin importar el género de la persona.
Sitio internet de ODA y Facebook |
Casa Poch@ es un proyecto de la organización “Otros Dreamers en Acción,” (ODA) la cual se define como un grupo de base para el apoyo mutuo de aquellos que vivían en EUA y ahora están en México por deportación, amenazas de deportación, deportación de familiares u otros obstáculos.
Nina Lakhani, reportera del periódico inglés The Guardian indica que cerca de medio millón de jóvenes han retornado o han sido deportados de EUA a México en los últimos años. Al principio no había nada, nos dice Maggie Loredo, una de las fundadoras de ODA y Casa Poch@. Al inicio de esta nueva era de deportaciones iniciada por Obama e incrementada por Trump, sobre todo desde la crisis económica de 2008 la gente llegaba a México sin ninguna red de orientación y solidaridad. Hoy, los y las jóvenes binacionales están tejiendo redes para acumular y multiplicar el innegable capital humano y cultural con que cuentan. La Casa Poch@ es parte de esto.
Maggie y Eduardo- La fuerza binacional de los y las pochas se sintetiza en la expresión: “# De aquí y de allá”. Foto: Rosa María Barajas |
Es muy diferente decir que “no somos ni de aquí ni de allá” a decir que “somos de aquí y de allá.” Esto me hace pensar que somos un pueblo sin fronteras que recogemos y construimos en dos países que en verdad son como dos mundos. Reconstruimos aquí nuestra vida sin renunciar a la cultura, lengua y educación que allá aprendimos. Platicamos en Casa Poch@ con Maggie y Eduardo. Maggie Loredo creció en Estados Unidos pero retornó a México en 2008 a los 18 años de edad. Al salir de la prepa en el Condado Dalton, estado de Georgia, EUA, se dio cuenta de que “no tenía papeles”; las barreras que se levantaban en su camino eran enormes, por lo que tomó la dura y drástica decisión de emigrar a San Luis Potosí, México. Eduardo Aguilar nació en Ciudad Juárez, Chihuahua, y de allí fue emigrado a South Lake City, en Utah, donde vivía a gusto; no tenía la menor intención de retornar, pero fue deportado. Ambos, Maggie y Eduardo, colaboran con Casa Poch@.
Al llegar a México, coinciden Maggie y Eduardo, enfrentaron un mundo hostil y desconocido. Maggie enfrentó prácticamente sola a la burocracia educativa mexicana que no quería reconocer sus estudios; la Secretaría de Educación Pública no tenía (y aún no del todo) un plan fluido para revalidar la educación que recibimos en Estados Unidos. La gente, incluso cercana, se burlaba del español “pocho” y se sentían con derecho a corregir una de cada tres palabras que los “pochos” dicen “incorrectamente.” Eduardo extraña Utah, sus bosques enormes y la convivencia amistosa en una comunidad mormona que lo trataba como igual sin importar su estatus migratorio; el gobierno de Utah hasta le dio licencia de manejo. Pero un día, Eduardo fue detenido y deportado en 2013 después de que participó en una protesta contra las leyes anti migratorias del gobierno federal de Estados Unidos. No se arrepiente, dice, pues hay que luchar.
Maggie recuerda cómo llegó y posteriormente cómo salió de los Estados Unidos. “Mis padres decidieron traerme a los Estados Unidos cuando tenía casi tres años. Crecí en Estados Unidos pensando que yo era igual que mis amigos. No vi ninguna diferencia hasta que estuve a punto de graduarme de la preparatoria cuando me di cuenta de que no iba a poder conducir, obtener una licencia, conseguir un trabajo de medio tiempo o ir a la universidad. Me encontré tomando la difícil decisión de regresar a México, un país que no conocía, pero pensé que tendría derechos porque era ciudadana... Volví y me di cuenta de que tampoco tenía papeles en México porque mi educación no era reconocida en México. Tuve que pasar por un largo proceso, y básicamente sin apoyo. Junto con el choque cultural, estuve sola sin tener a nadie que me pudiera entender.” (Maggie Loredo entrevistada por Anita Rao & Frank Stasio, North Carolina Public Radio)
Eduardo Aguilar ha estado con Casa Poch@ desde enero de 2018. Desde su deportación en 2013 estuvo en varios lugares de México, incluyendo su tierra natal Ciudad Juárez pero su búsqueda ha seguido. Él es cineasta y llegó al proyecto de ODA debido a su interés en documentar a jóvenes deportados como él. Uno de sus proyectos es impartir un curso de inglés con perspectiva de justicia social. “Queremos ofrecer una forma diferente de aprender inglés que el programa de enseñanza habitual que tienen aquí en México, que está dirigido al inglés comercial”. Las lecciones discutirán eventos actuales y asuntos de justicia social, como la relación hombre mujer. Las y los deportados que deseen mejorar sus habilidades en el idioma inglés (entre ellos las personas que fueron a los Estados Unidos cuando eran mayores) tendrán clases gratuitas. (Caitlin Donohue, Remezcla, Marzo 2018)
Las historias de los y las deportadas y retornadas a México pueden ser de terror pero también de solidaridad. Sí, hay historias horribles como las que nos cuenta Victor Clark en Tijuana como director del Comité Binacional de Derechos Humanos; Victor nos dice que la corrupta policía espera a los deportados que cruzan la frontera tristes y desmoralizados para asaltarlos tan pronto como entran a Tijuana. Les piden identificación, dice Clark, pero en muchos casos los deportados no traen más que una cinta de papel en la muñeca, parecida a la que se usan con los pacientes en los hospitales; es la cinta de identidad del deportado. La policía mexicana, lista para depredar, ignora la cinta y les trata como indocumentados; les roba lo poco que traigan de valor y luego les encarcela por varios días. En la cárcel, los agentes del crimen organizado tratan de reclutar a las y los deportados para vender drogas aprovechando su experiencia binacional y bilingüe, o de plano para ejercer la prostitución. (Victor Clark, “La Ley Arizona Mexicana” en Frontera Herida, pp. 29-43).
Pero también hay historias de solidaridad, de mexican@s que se hermanan con los y las migrantes sin importar su ciudadania. Uno de esos grupos, “Las Patronas” se han organizado por más de 20 años organizan para aliviar a los migrantes centroamericanos que cruzan Veracruz. Se trata de campesinas mexicanas que dan de comer a los inmigrantes indocumentados al pie de las vías de La Bestia, el tren de carga en el que viajan cada año por México en un peligroso viaje hacia Estados Unidos. Las Patronas se colocan todos los días al pie de las vías que pasan por su pueblo para entregar raciones cocinadas por ellas mismas en una labor desinteresada y reconocida en todo el país. Crónica Errática
Las patronas en YouTube |
El Colectivo Ustedes somos Nosotros es otro de los grupos que se solidarizan con los migrantes, incluso arriesgando la vida. Ver al respecto: La bestia y la solidaridad: Relatos de migrantes y activistas
Ximena Ortiz, una de las coordinadoras de la Casa Poch@ |
Una mexicana que se solidariza con los migrantes colabora con Casa Poch@. “Hay muchos limbos institucionales” dice Ximena Ortiz. El primer problema de los retornados “es no poder identificarse, sobre todo en época electoral. Los programas de vivienda y empleo están bien, pero la ayuda que necesitan es inmediata: en cuanto llegan a México necesitan dónde dormir y no hay albergues específicos para ellos.” En el seminario ‘Migración de Retorno’ organizado por El Colegio de México, Ortiz contó a los expertos reunidos en ese foro que su organización ayuda a los repatriados desde que llegan al aeropuerto de la Ciudad de México con orientación, un sitio donde quedarse e incluso les ‘prestan’ su domicilio para los trámites, pues constantemente les piden un comprobante y muchos ya no tienen familia aquí. (Claudia Altamirano, Animal Político, 10 de abril de 2018)
En efecto, cada semana llegan uno o dos aviones al aeropuerto de la Ciudad de México con cientos de personas deportadas de EUA. Llegan desmoralizados, desconfiados y en ocasiones sin conocidos y tan sólo con la ropa que traen puesta; nada más.
El trabajo es mucho y las organizaciones tejen redes para dar el ancho. Andrea Paula González Cornejo nos invita a una reunión en las oficinas de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México (CDHDF) donde actualmente es relatora por los derechos de las personas migrantes. La Ciudad de México, nos dice Andrea, se ha definido como “ciudad santuario” para los migrantes; hay por tanto un esfuerzo visible en adecuar reglamentos y prácticas para que apoyen en vez de dificultar aún más la estancia de los y las migrantes. La presión desde abajo y desde fuera de la institución es indispensable; ODA, Casa Poch@, IIPSOCULTA y Ustedes somos Nosotros son algunas de las organizaciones de base que detectan carencias y deficiencias y demandan que el gobierno cumpla lo que su ley dice. A esta reunión asisten ONGs y académicos que apoyan tres comunidades migrantes, por así decirlo: las y los migrantes centroamericanos que cruzan el país rumbo a Estados Unidos o se convierten en refugiados en México; las y los migrantes internos que tratan de huir de la pobreza o la violencia estableciéndose en la Ciudad de México; y las y los migrantes deportados o retornados de los Estados Unidos que reinician su vida en la capital mexicana.
Residentes en EUA se convierten en deportados o retornados después de que la Migra ataca. Las deportaciones ocurren inesperadamente, casi como un terremoto o como un ciclón. Llevas tu vida normal en Los Ángeles o en un pueblito de Georgia cuando de pronto eres atrapado por un oficial de la agencia “Immigration and Customs Enforcement” (ICE), algo así como “agencia para hacer valer las leyes de migración y aduana” si lo decimos en español. El ICE te detiene por una falta cometida años atrás, por un reporte derivado de una violación de tránsito, o de plano sin causa alguna, sólo porque los agentes tienen que justificar un número de detenciones a la semana; están pues de cacería y tú eres la presa. Es ICE, o hielo en español, como dice La Santa Cecilia en su canción ICE - El Hielo. De un minuto al otro te atrapan, te encierran en una jaula para “ilegales” y si no estás preparado para defenderte legalmente, en cuestión de horas, días o semanas estarás expulsado del país. Te echan a Tijuana o en avión a la Ciudad de México. ¿Y ahora qué?
IIPSOCULTA- Retorno Ciudad de México (CdMx). ¿Eres migrante retornado al DF y estás batallando para navegar el sistema? ¿Está difícil obtener empleo? ¿Pendientes en EU? ¡Aquí tienes un espacio de organización! Retorno con derechos |
Luis Ángel Gallegos y Rebeca González colaboran con el Programa de atención a migrantes de retorno a la Ciudad de México del Instituto de Investigación y Práctica Social y Cultural (IIPSOCULTA). En la reunión hablan de una entrevista a 200 migrantes deportados para mejor entender la diversidad de situaciones y necesidades. Las y los deportados o retornados llegan realmente frustrados --platica Luis Ángel--; llegan con la salud deteriorada, con insomnio, cansancio y preocupación porque dejaron a su familia en EUA; todo esto les bloquea el insertarse a la vida en la Ciudad de México.
Aunque la ciudad se declaró como “ciudad santuario” las prácticas de su gobierno son deficientes. Las oficinas de atención al público tienen la obligación de adecuar sus programas sociales para que los migrantes de retorno puedan usarlos, pero los que atienden siguen siendo “reaccionarios,” dice Luis Ángel. Muchas veces son incapaces de atender ni siquiera situaciones de emergencia. Rebeca explica que no hay albergues para migrantes de retorno; hay para migrantes de tránsito pero son creados por la sociedad civil y no por el gobierno. Y eso ocurre en la Ciudad de México, agrega la Relatora Andrea González, donde al menos hay reglamentos locales de protección al migrante de retorno; en otras ciudades y estados del país, dice, ni siquiera eso existe.
Ante las emergencias, se buscan espacios prestados para que los deportados sin familia puedan pasar la noche y no caigan en situación de calle, dice Luis Ángel. Nuestro trabajo comienza allí, agrega. Es como “una cadenita”: primero buscar un lugar para dormir; luego ayudar a conseguir un acta de nacimiento y una identificación (como la credencial de elector); de allí vincularlos al seguro de desempleo; luego acompañarles a inscribirse al “seguro popular” para que obtengan mínima atención médica; y después de allí ver que conocimientos, capacidades o habilidades traen de EUA para buscar que sean reconocidos en México y puedan acceder a mejores empleos. Ya luego se podrían generar condiciones para conseguir una vivienda.
Protesta en Ciudad de México (CdMx) por separación familiar en Estados Unidos. Foto Rosa María Barajas, Raíces sin Fronteras |
Casa Poch@, Otros Dreams en Acción (ODA), Grupo Momzillas, Deportados en Lucha, Ameyal, Misión DF y otros colectivos organizan una protesta frente al Consulado de EUA en la Ciudad de México. Deportados y retornados/as se unen a la lucha iniciada en EUA para detener la separación de niños y madres migrantes ordenada por la administración de Trump. Ahora viven en México pero no olvidan sus raíces en Estados Unidos. Su movimiento es verdaderamente binacional.
Maggie Loredo promueve que Casa Poch@ luche en ambos países. La organización lucha y defiende nuestro derecho a vivir en México con dignidad, dice, pero también a vivir con dignidad en EUA. Nuestras familias tienen un estatus mixto; algunos de nuestros parientes son residentes, otros son ciudadanos, algunos tienen DACA y muchos aún no están documentados. No hay manera de que podamos separar estos dos países ahora. Por ejemplo, dice que la organización ayuda con la salud mental, el acceso al empleo y la búsqueda de oportunidades en ambos países. (Maggie Loredo entrevistada por Anita Rao & Frank Stasio, North Carolina Public Radio)
E igual que luchan contra Trump, luchan contra el gobierno mexicano. En Julio de 2018 decenas de de organizaciones pro-emigrante publicaron una “Carta de organizaciones y académicos” preocupados por las “declaraciones de Alfonso Durazo sobre migración.”
Alfonso Durazo, propuesto como Secretario de Seguridad Pública en el próximo gobierno de Andrés Manuel López Obrador, se declaró a favor de crear una policía fronteriza en México; una migra mexicana. La carta firmada entre otros por Casa Poch@ exige a Durazo una explicación a sus declaraciones (El Financiero Bloomberg) donde propone la creación de “una fuerza policíaca fronteriza, altamente especializada (...), que incluye impedir que las personas migrantes indocumentadas y los traficantes de personas crucen México, lo que a menudo hacen con la ayuda de funcionarios corruptos”. (Blog me dicen el ilegal)
Dos manos salen de las banderas de México y EUA; las banderas están de cabeza; las manos se acercan para tocarse en un gesto parecido al pintado por Miguel Angel en la Capilla Sixtina entre Dios y Adán. Foto en Facebook de ODA |
Rossy y Maggie de Casa Poch@ hablan con Gardenia Mendoza del MSN Diario. Hablan del término “pocho”: “Sabemos que ha sido usado mucho de manera despectiva pero queremos reivindicarnos’’, dice Rossy Antúnez. Son de aquí y son de allá: llega un mensaje que escribe una joven de Minnessota que tiene DACA pero que mira su futuro en EUA con pesimismo. La joven, dice Maggie Loredo, piensa que quizás se retorne a México pues sabe que cuenta con la Casa Poch@. “Por estas cosas ha valido la pena’’, dice Maggie. (Gardenia Mendoza, MSN El Diario, 2/4/2018)
Otros reporteros quieren entender mejor la experiencia de estas y estos pochos en México. ¿Fue la deportación un infierno o al final del camino no es tan mala idea retornar a un país más pobre pero donde nadie te puede decir indocumentado?
Las opiniones varían. “Hay violencia y te pueden secuestrar en México”, dicen unos. “Igual te secuestra la Migra en EUA,” contestan otros. “El salario es muy bajo acá”, replican. “Pero la comida es más barata,” contestan. Hay acuerdo en que el retorno o deportación puede ser un infierno si llegas solo, sin capital social ni cultural, sin haberte preparado. Pero en cualquier caso cuentas con Casa Poch@ y otros grupos que te pueden recibir.
Maggie es optimista. “Al crecer en Estados Unidos, pierdes mucho de la cultura. Pierdes mucho del lenguaje, esa conexión con México.” “He llegado a comprender que quiero ser de aquí, de allá.” “No quiero elegir una.” (Caitlin Donohue, Remezcla, Marzo 2018). Maggie ha conseguido visa para visitar y hacer presentaciones en universidades en EUA, pero su plan no es regresar. “Mi plan ahora es estar en México; aún cuando a veces quiero vivir allá es muy difícil: el estrés, el clima contra los latinos y, bueno, cualquiera que no sea blanco.” (Amanda Holpuch, The Guardian, Sep 6, 2017)
Maggie me advierte contra glorificar el retorno a México; es un tema espinoso y no se puede romantizar un supuesto “sueño mexicano." A final de cuentas, más de seis millones de mexicanas/os se han ido a EUA en los últimos 25 años; la migración ha sido brutal, como lo son las fuerzas económico políticas que han puesto en movimiento tantas personas. Y unos dos millones han sido deportados en los últimos 10 años; algunos han terminado viviendo en las calles de algunas ciudades de México.
Pero algunos han triunfado en México después del trauma inicial. Vanessa Soto ahora vive y estudia medicina en Guadalajara y dice que hay también oportunidades en México; le gusta la ciudad con sus bellos edificios y tecnología similar a EUA. (Amanda Holpuch, The Guardian, Sep 6, 2017) Nancy Landa consiguió una beca desde México para estudiar su maestría en la University College London en Inglaterra. “Londres me ayudó a recuperar mi dignidad. Era libre de cruzar fronteras, explorar, mostrarle a EUA que soy confiable. Volver a México desde Londres de la manera adecuada, como todos los demás, también me dio un cierre. Sé que tengo que volver a Los Ángeles para cerrar el círculo por completo.” (Nina Lakhani. The Guardian, Sun 17 May 2015)
Más información sobre migración y la Casa Poch@ en: Blog me dicen el ilegal.