Hola Sergio, compas,
Muchas gracias Sergio por tu rollo y tu ponencia. Quiero contestar a tu desafío de criticarlo. Trataré de mostrar con claridad los problemas y las divergencias, a riesgo de sonar como disco rayado, pues son temas importantes aunque en mi opinión aun no tenemos una solución.
1. El proletariado: ¿quién es el proletariado? El problema de las clases sociales en el marxismo
En tu ponencia dices que aceptas completamente la tesis del Manifiesto del Partido Comunista de que el desarrollo del modo capitalista de producción implica “el desdoblamiento de la sociedad en dos clases: la clase burguesa y la clase proletaria.”
Veamos la tesis en El Manifiesto:
“Nuestra época, la época de la burguesía, se distingue, sin embargo, por haber simplificado las contradicciones de clase. Toda la sociedad va dividiéndose, cada vez más, en dos grandes campos enemigos, en dos grandes clases, que se enfrentan directamente: la burguesía y el proletariado.”
De nuevo, el problema ya traído en nuestra conversación acerca de las clases sociales y la polarización en dos campos: burguesía y proletariado. ¿Es correcta o no esta tesis?
La historia humana, desde los lugares y los momentos en que las comunidades originarias han sido derrotadas por distintas formas de dominación, es la historia de la lucha de clases. Esta es una de las tesis más cruciales del marxismo. (Y que el proletariado, clase creada por el capitalismo, posibilita a la humanidad, por vez primera en la historia, el superar esta dominación, es otra tesis central.) Sin embargo, el capitalismo neoliberal nos presenta varios rasgos que obligan a cuestionarnos ¿qué es el proletariado en el Siglo 21? Trato de resumir cuatro rasgos de la situación laboral de los pueblos del mundo, sobre todo en el Sur Global, pero no sólo.
Uno: La política de “desindustrializar” importantes regiones de industrialización avanzada para industrializar otras regiones del mundo previamente poco industrializadas, ha provocado una reformulación de la geografía y del poder económico, sindical y político de todas las clases sociales, en particular del proletariado. Desde un punto de vista fabril e industrial ya no queda claro dónde está el proletariado del “capitalismo avanzado” y dónde el del “capitalismo atrasado”.
Dos: La expansión brutal de una clase o estrato social que la economía burguesa –al menos en México- define como “economía informal”. Una masa inmensa a caballo entre ser asalariada, vendedora ambulante, limpia vidrios de autos, o mil y un etcéteras, que aunque a veces se encuentra en una relación asalariada, difícilmente puede entrar en la categoría clásica de clase obrera. La situación laboral quizás de la mayoría de la población en países como México es extremadamente compleja. Ya no digamos en Haití, Centroamérica o mucho de África. Tanto que uno se puede preguntarse: ¿cuál es su relación fundamental con el capitalismo y los capitalistas en el Siglo 21? ¿Son una “clase” fundamentalmente explotada, productora de ganancia, o son una clase desechable, que para el capitalismo lo mejor es que sean borrados del mapa? Y uno puede preguntarse aun más, ¿son tantos como para decir que son al menos la mitad de la humanidad? Es tan grande que desborda la posibilidad de enmarcarlo como “ejército industrial de reserva.”
Tres: Las corporaciones multinacionales han hecho claro que su existencia esta ligada “estructuralmente” con una clase media profesional, dueña de su capacidad técnica y de mando, necesaria para organizar sus complejos financieros, comerciales, industriales y cibernéticos mundiales, así como para controlar sus ejércitos mundiales de fuerza de trabajo. Esa clase de profesionales son inherentes al capitalismo al menos desde la fase neoliberal, no tienen mucho que ver con la aristocracia obrera pues no son obreros sino cuadros medios con funciones técnicas y administrativas de mando. Podrán irse transformando pero pareciera claro que por su función no serán reducidos a la clase obrera. Además, por estar comprometidos con el neoliberalismo y tener cierto nivel de vida privilegiado, son la base social política del capitalismo mundial.
Cuatro: La criminalidad—El neoliberalismo ha creado una “clase trabajadora” cada vez más numerosa e importante que definitivamente no es trabajo socialmente necesario, que a veces son asalariados de corporaciones multinacionales, o de pequeños negocios, o a veces no, y actúan como especie de artesanos del crimen. Los sicarios del narco, los Maras, los Estados Islámicos, los Boka Haram, las Gangas en Los Ángeles, Puerto Príncipe e Iztapalapa, los matones a sueldo cada vez más necesarios para políticos y empresarios, etc, etc. De que producen ganancias ni duda cabe. Y de que organizan a una juventud sin futuro buscando una forma de sobrevivir es más que evidente. Y la situación es tan compleja bajo en capitalismo neoliberal que el crimen se ha vuelto empresa y la empresa se ha vuelto criminal y es casi imposible encontrar la frontera entre empresa y crimen.
Bueno, revisados estos cuatro rasgos, regresemos al Manifiesto. ¿Qué es el proletariado? ¿Cómo lo define? Creo que el Manifiesto da una definición múltiple:
Definición A:
“En la misma proporción en que se desarrolla la burguesía, es decir, el capital, se desarrolla también el proletariado, la clase de los obreros modernos, que no viven sino a condición de encontrar trabajo y lo encuentran únicamente mientras su trabajo acrecienta el capital. Estos obreros, obligados a venderse a trozos, son una mercancía como cualquier otro artículo de comercio, sujeta, por tanto, a todas las vicisitudes de la competencia, a todas las fluctuaciones del mercado.”
El proletariado se define aquí como “la clase de los obreros modernos” que a su vez se definen como esas personas “que no viven sino a condición de encontrar trabajo y lo encuentran únicamente mientras su trabajo acrecienta el capital.” O sea, que “obligados a venderse a trozos” se transforman en “una mercancía como cualquiera” otra.
Pienso que si extendemos esta definición como un gran chicle elástico, podremos incluir dentro de ella los tres primeros rasgos, quizás incluso el cuarto, de las clases trabajadoras que señalé arriba como desarrollados fuertemente en el neoliberalismo.
Pero esto nos llevaría a aceptar que el proletariado incluye desde el vendedor de chicles hasta el vendedor de petróleo robado en Río Frío, desde el camello vendedor de coca en las islas de CU y las prostitutas de Calzada de Tlalpan hasta el repartidor de Uber, aunque con éste último habría que meter también los cambios operados en el capitalismo postneoliberal, sobre todo desde la pandemia. Y habría que incluir en el proletariado también al supervisor en una maquiladora, al profesor de tiempo completo del Instituto de Investigaciones Biomédicas, a los directores de los centros de distribución de la Pepsi y a los administrativos y oficiales de la SEMARNAP.
Así, con una definición muy pero muy elástica, podríamos decir que la sociedad efectivamente se está desdoblando en dos grandes campos, la burguesía de un lado, y del otro lado una gran masa proletaria. ¿A esto te refieres Sergio?
Definición B:
Pero el Manifiesto da una segunda definición de proletario. Cito en extenso:
“El creciente empleo de las máquinas y la división del trabajo quitan al trabajo del proletario todo carácter propio, y le hacen perder con ello todo atractivo para el obrero. Éste se convierte en un simple apéndice de la máquina, y sólo se le exigen las operaciones más sencillas, más monótonas y de más fácil aprendizaje. Por tanto, lo que cuesta hoy día el obrero se reduce poco más o menos a los medios de subsistencia indispensables para vivir y para perpetuar su linaje. Pero el precio de todo trabajo, como el de toda mercancía, es igual a los gastos de producción. Por consiguiente, cuanto más fastidioso resulta el trabajo, más bajan los salarios. Más aún, cuanto más se desarrollan la maquinaria y la división del trabajo, más aumenta la cantidad de trabajo, bien mediante la prolongación de la jornada, bien por el aumento del trabajo exigido en un tiempo dado, la aceleración del ritmo de las máquinas, etc. La industria moderna ha transformado el pequeño taller del maestro patriarcal en la gran fábrica del capitalista industrial… Masas de obreros, hacinados en la fábrica, son organizados militarmente. Como soldados rasos de la industria, están colocados bajo la vigilancia de toda la jerarquía de oficiales y suboficiales… No son solamente esclavos de la clase burguesa, del Estado burgués, sino diariamente, a todas horas, esclavos de la máquina, del capataz y, sobre todo, del burgués individual, patrón de la fábrica… Y este despotismo es tanto más mezquino, odioso y exasperante, cuanto mayor es la franqueza con que proclama que no tiene otro fin que el lucro… Cuanta menos habilidad y fuerza requiere el trabajo manual, es decir, cuanto mayor es el desarrollo de la industria moderna, mayor es la proporción en que el trabajo de los hombres es suplantado por el de las mujeres y los niños. Por lo que respecta a la clase obrera, las diferencias de edad y sexo pierden toda significación social. No hay más que instrumentos de trabajo, cuyo coste varía según la edad y el sexo…”
Con esta larga cita creo que queda claro que con esta definición, el proletariado queda delimitado y reducido sobre todo al obrero fabril, al soldado raso de ese enorme ejército industrial, no al sargento ni al oficial, sino al soldado raso.
Esa definición es más precisa, pero entonces abarcaría únicamente, o principalmente, al primero de los cuatro sectores enlistados más arriba. Aquí queda más claro quién es proletario, pero el problema obvio que resulta es que difícilmente se puede mantener entonces la tesis de que la sociedad se está desdoblando en burguesía y proletariado. Porque entonces ¿dónde metemos a todos los demás que no parecen ir desapareciendo, como el tendero de la esquina arrasado por Wal-Mart, sino creciendo en proporciones exponenciales?
Todo esto forma un problema, no el único sin duda, al momento de tratar de desarrollar, defender y explicar la tesis del desdoblamiento. ¿Cuáles son, según tú, las clases sociales en el Capitalismo del Siglo 21, y qué es el proletariado en la actualidad?
2. Las fuerzas productivas:¿amigas o enemiga de la emancipación?
Otro asunto que ya hemos discutido y que creo discutible en tu ponencia es el valor que otorgamos al incesante desarrollo capitalista.
Dices: “Me refiero en particular a la idea de que necesariamente surge y se extiende hasta abarcar a todo el planeta el modo mercantil de producción.”
Y más adelante lo repites con cierta pasión: “Hoy el nuevo modo mercantil de producción cubre el 99% de la superficie del planeta y enlaza cada vez más plenamente a todos los países; hoy surge y se desarrolla espontáneamente por todas partes el modo capitalista de producción; hoy las grandes empresas transnacionales industriales, comerciales y financieras, cubren y subyugan a todo el mundo e integran un sistema capitalista global cada vez más pleno.”
Pues sí, tienes razón, pero ¿qué hacer al respecto? “El modo mercantil de producción” “necesariamente surge y se extiende hasta abarcar a todo el planeta”. Eso está sucediendo, sin duda. Que su expansión ha sido brutal y ha generado toda clase de resistencias, también es innegable. ¿A qué nivel y qué tanto ha avanzado?, se puede discutir.
Pero la pregunta teórica clave, con fuertes consecuencias políticas es: Para los movimientos revolucionarios y rebeldes, para las luchas de los pueblos, las mujeres, la clase obrera, los y las medioambientalistas y los y las socialistas, ¿qué hacer, qué perspectiva tomar? “El modo mercantil de producción” “necesariamente surge y se extiende hasta abarcar a todo el planeta.” ¿Se trata de apoyar esta expansión?, ¿verla como algo malo pero inevitable y a la postre positivo porque crea más proletarios? ¿Encogerse de hombros ante ella? ¿O confrontarla?
Decir que ese desarrollo produce más proletarios y fortalece la revolución presupone, como antes dijimos, definir qué sí y qué no es un proletario.
Pero además, viendo las cosas a la luz de los avances brutales del neoliberalismo y sus resultados me pregunto ¿cómo se puede ser revolucionari@ o rebelde sin proponerse por todos los medios posibles frenar ese desarrollo capitalista, hacer todos los esfuerzos posibles para detener y matar esa expansión suicida y sicótica arropada con la supuesta dignidad de una seudociencia, de la llamada “civilización”, el llamado “progreso” e incluso con el marxismo economicista.
¿Ludismo? No lo sé pero no se trata de enfrentar ingenuamente a las máquinas e ignorar a su amo. Se trata de obstaculizar la acumulación capitalista por todos medios posibles. Hacer incosteable para los inversionistas, por ejemplo, un tren, una generadora, un hotel o una minera. Alejarlos, ahuyentarlos, hacerles sentir pesadillas, que su inversión se irá al traste.
Revisando el Manifiesto, como tú le haces, encuentro una cita muy interesante.
Hay una oración me gusta mucho porque creo que describe lo que quiero decir: “Las relaciones burguesas de producción y de cambio, las relaciones burguesas de propiedad, toda esta sociedad burguesa moderna, que ha hecho surgir como por encanto tan potentes medios de producción y de cambio, se asemeja al mago que ya no es capaz de dominar las potencias infernales que ha desencadenado con sus conjuros.”
Exacto, hay que oponerse a esas “potencias infernales” que nos están matando y nos tienen al borde del abismo.
Marx y Engels añaden más detalles: Las potencias infernales son la barbarie que nos está aniquilando y esa barbarie es, justamente, el exceso de civilización: “La sociedad se encuentra súbitamente retrotraída a un estado de repentina barbarie: diríase que el hambre, que una guerra devastadora mundial la han privado de todos sus medios de subsistencia; la industria y el comercio parecen aniquilados. Y todo eso, ¿por qué? Porque la sociedad posee demasiada civilización, demasiados medios de vida, demasiada industria, demasiado comercio.”
Pero el texto del Manifiesto da un giro que ya no me gusta tanto: de pronto como que las fuerzas productivas lucen como las victimas del combate: “Desde hace algunas décadas, la historia de la industria y del comercio no es más que la historia de la rebelión de las fuerzas productivas modernas contra las actuales relaciones de producción, contra las relaciones de propiedad que condicionan la existencia de la burguesía y su dominación.”
Y es que no puedo ver a las fuerzas productivas rebelándose, sino más bien apuntalando la dominación capitalista. Todo el desarrollo del capitalismo neoliberal, desde los celulares y las laptops hasta las minas a cielo abierto y desde las Afores y Medica Sur hasta el ITAM y la Alexa de Google son las espadas tecnológicas con que el capitalismo fortalece lo que en El Capital Marx llamó la “subsunción real.”
Esta discusión se asocia con la famosa Introducción de Marx de 1859. Es decir la famosa sentencia: La contradicción entre fuerzas productivas y relaciones de producción -y su expresión jurídica política que son las relaciones de propiedad- abren un periodo de revolución social. Y como las revoluciones son nuestro elemento, en este texto las fuerzas productivas aparecen buenas y revolucionarias y contrapuestas a las relaciones sociales de producción y propiedad como las malas y reaccionarias; como los enemigos a derrocar. El desarrollo de las fuerzas productivas aparece allí como aliado del proletariado, como síntesis del progreso, que engrosa y hace cada vez más poderoso al sepulturero del capitalismo.
¿Estamos de acuerdo en esa tesis?
Yo ya no.
No puedo dejar de pensar en la famosa frase de Walter Benjamin, que ya en 1940 advertía lo que hoy se ve más evidente: “Marx dice que las revoluciones son las locomotoras de la historia. Pero tal vez las cosas sean diferentes. Quizá las revoluciones sean la forma en que la humanidad, que viaja en ese tren, acciona el freno de emergencia” de la historia.
El desarrollo capitalista de las fuerzas productivas es ya un obstáculo para la emancipación. Es decir, el trabajo acumulado en capital, sobre todo en tecnología.
¿Nos conviene que siga desarrollándose? ¿Le conviene a las luchas por la libertad, la justicia y la democracia? ¿A la lucha por la paz? ¿A la lucha antiimperialista? ¿A la lucha por el socialismo y contra el patriarcado? ¿A la lucha por defender la naturaleza? ¿A la lucha por la vida?
Las contradicciones clásicas del capitalismo que resumió Engels como la contradicción entre la producción social y la apropiación privada pueden estar presentes con tanta fuerza como en el Siglo 19.
Pero en el Siglo 21 hay otra faceta de esa contradicción que no podemos ignorar. Es la
contradicción que los movimientos ecológicos y en defensa de la Naturaleza no dejan de señalar. Por un lado están los capitalistas como sujetos privados -y el capital como sistema cuasi automático- defendiendo con dientes y garras sus relaciones de producción y propiedad. Y, con igual furia, defendiendo su “derecho” a reproducir y ampliar sin cortapisas sus fuerzas productivas. Es decir, en la actualidad, a imponer sus megaproyectos, tanto extractivos como de todo tipo (aunque todos en el fondo son extractivistas). Estas “potencias infernales” entran en contradicción con aquellos y aquello con quienes no puede evitar un encontronazo brutal, pues las va destruyendo, autodestruyéndose al mismo tiempo pues son sus condiciones básicas de producción: mano de obra y naturaleza no humana. La contradicción queda formulada entonces como sigue: de un lado los capitalistas, sus relaciones de propiedad y su tecnología, y del otro las clases trabajadora, la mayoría de la humanidad y la naturaleza no humana.
Azuzadas por el aguijón de la ganancia cada vez más difícil de obtener, las corporaciones seguirán produciendo sin cortapisas más mercancías tóxicas, desde autos y celulares 3-D hasta organismos genéticamente modificados. Defenderán su derecho a construir mas mega y mega megaproyectos y a consumir más y más combustibles fósiles, destruir más y más la naturaleza, envenenar y enfermar más y más a la humanidad, en lo físico y lo mental, sin remedio. A encogerse de hombros y auto protegerse ante más y mas feminicidios y violencia en general, que su progreso incita. Renunciar a ese “derecho” puede encontrarse tan fuera de lugar para las clases dominantes que antes que ceder prefieren encontrar vida en Marte.
Todo esto nos hace reflexionar en la metáfora de la locomotora que es retomada por el Subcomandante Moisés cuando dice en el comunicado “Por la vida” (2020): “Frente a los poderosos trenes, nuestras canoas”.
Las canoas en este cuestionamiento a la hidra capitalista no simbolizan un regreso al pasado precapitalista sino una propuesta de futuro sin capitalismo. Si es que logramos derrocar, destruir o disolver el poder del capitalismo y los capitalistas, lo que vamos a recibir es un mundo en ruinas, ardiendo y seco, moribundo, y no un planeta sano y vigoroso. ¿Cómo debemos percibir entonces las tareas? ¿Pensar en una sociedad comunista de lujo, con una súper tecnología, sin trabajo y con todo automatizado? ¿O quizás pensar en una sociedad con libertad pero con una fuerte austeridad, con fuerte vinculación a la economía local y en pequeño, sustentable, con uso limitado de energía, petróleo, carbón y gas, con formas locales, pequeñas y limpias de producir energía, sin autos y uso limitado de aviones y barcos, sin producción industrial de carne, en suma, con austeridad?
3. Las geografías del imperialismo y la colonialidad
Me preguntaron una vez por qué usar “colonialidad” en vez del término más usual de “colonialismo”. Es que colonialismo es una de múltiples forma de colonialidad. Colonialismo alude, por ejemplo, a los tiempos de la conquista española y la colonización de África. Tras las guerras de independencia, se habló de países “postcoloniales” pero eso era falso: el colonialismo no se había ido, sólo cambiado de forma. Los nuevos países “libres y soberanos” seguían subordinados -aunque a veces sin ejércitos de ocupación en sus tierras y gobernados por presidentes “democráticos” en vez de virreyes. Pero su subordinación es otra forma de colonialidad. Hay también el colonialismo interno, que en México estudio por ejemplo González Casanova, que es otra forma de colonialidad. La súper explotación de los jornaleros agrícolas mixtecos en Baja California en México y California en Estados Unidos no es sólo explotación asalariada, es además opresión colonial que ocurre dentro de las fronteras de un país. De algún modo, el patriarcado es una forma de colonialidad, como el colonialismo es a su vez una forma de patriarcado. Y visto más de cerca, encontraremos formas de colonialidad en la explotación capitalista. Quizás se pueda hablar de que en muchas ocasiones, la esclavitud asalariada y la manipulación del consumo para el capitalismo son otras tantas formas de colonialidad. El concepto, pues, es complejo y demanda una revisión amplia; denota una relación social que es uno de los puntales de la opresión. Confrontar el capitalismo sin luchar a la vez contra el patriarcado y la colonialidad es por ello una empresa condenada a reproducir nuevas formas de dominación.
Regresando a tu texto, dices, Sergio, que hay en el Manifiesto un error de cálculo: “se está perdiendo de vista al conjunto de las relaciones entre, por un lado, los países de Europa occidental más desarrollados en el capitalismo y junto con ellos los Estados Unidos y por el otro lado la gran masa de los países atrasados del resto del mundo.”
Tu texto discute implícitamente la geografía del imperialismo. Veo un par de problemas. Uno: los países y regiones imperialistas que podemos también llamar el “Norte Global” incluye además de Europa y Estados Unidos a Japón, Australia, y Canadá, al menos. Dos: Los países y regiones colonizadas, que podemos también llamar el “Sur Global” queda mal representando al dividir al mundo en países capitalistas “desarrollados” y “atrasados”. El problema es que así puesta, esta división oculta la colonialidad. Porque los países coloniales no son capitalistas atrasados, de hecho son igual de avanzados que los países imperialistas; el problema es, simplemente, que les fue asignado el rol de “subordinados” en la división internacional que se estableció desde tiempos del colonialismo “clásico”. No es que el capitalismo estuviese más atrasado en Nueva España que en España o Inglaterra; simplemente es que “su” capitalismo estaba subordinado; se le asignó una función en el mercado mundial capitalista. Su clase trabajadora y su naturaleza no humana eran saqueados, subordinados y súper explotados sin misericordia no por ser atrasados, sino, al revés, aparecían como atrasados por estar subordinados, colonizados.
Dices luego que “una gran cantidad de países atrasados son colonias o semicolonias de los países más desarrollados y de que por tanto éstos, o mejor dicho su burguesía, disponen de los recursos naturales y de la mano de obra barata de los países bajo su dominio.”
Me pregunto cómo queda en tu tesis el tema del colonialismo interno. Es que tu propuesta de “suma cero” bien puede aplicarse no sólo entre países sino dentro de los países mismos. Hay pueblos colonizados en el Norte Global, por ejemplo los negros, chicanos y los pueblos nativos en Estados Unidos, de donde se saca también “plusvalía” extraordinaria que debe entrar en la ecuación de “suma cero”. Y hay asimismo burguesías colonizadoras que son nativas del Sur Global y que explotan a “sus” pueblos y a pueblos de otras naciones, incluyendo las del Norte Global, por ejemplo Bimbo o Televisa en Centroamérica y Estados Unidos. Estados Unidos es un ejemplo clásico de cómo el capitalismo se desarrollo sobre las espaldas esclavas de su población negra. ¿Cuándo la burguesía decretó que los blancos pobres ya no serían esclavos los convirtió en “aristocracia obrera”? ¿Qué fue el “milagro mexicano” sino la superexplotación del campo para “substituir las importaciones”? ¿La superexplotación de peones, jornaleros y campesinos permitió la “aristocratización” de la fuerza laboral de PEMEX y la Compañía de Luz? ¿No alteró esto la suma cero?
Tu texto alude luego a las fronteras. Se que hablas de un proceso teórico abstracto pero ¿cómo fundamentar estudios abstractos que parecen contradecir la realidad concreta?
Escribes: “Supongamos que en el sistema integrado por los dos países A y B, donde el país A es el explotador y el país B el explotado, supongamos ahora que son abolidas todas las posibles trabas que impiden la competencia entre las clases obreras de A y de B y también entre las burguesías.”
Cuando hablas de “abolir” las “trabas que impiden la competencia entre las clases obreras” de dos países, por ejemplo México y Canadá, no puedo imaginar sino del libre derecho de tránsito sin fronteras, lo cual, parece obvio, no está ocurriendo. El proceso que estamos presenciando parece ser exactamente lo contrario: la edificación de más y más fronteras. La creación de un capitalismo global y un estado mundial no parece conducir a una homogeneización social, como propones que ocurre.
Escribes: “lo que tiende ocurrir, primero, es que tienden a homogeneizarse las ganancias de los capitalistas de ambos países y segundo, a homogeneizarse las condiciones de trabajo de los trabajadores del sistema conjunto A y B.”
Esto se asemeja a los argumentos de Salinas de Gortari cuando “vendió” la idea de que nos convenía entrar al Tratado de Libre Comercio, el famoso TLCN. Creo que incluso dijo que los mexicanos entraríamos al primer mundo. Pero justamente porque el imperialismo y la colonialidad existen es que ocurrió lo contrario. Sin abolir las diferencias laborales y salariales entre las clases trabajadoras de Estados Unidos y México, lo que ocurrió fue una “carrera hacia abajo” donde esas clases trabajadoras en ambos países salieron muy golpeadas. Por eso decían en Chicago y Los Ángeles que el TLCN les llevó el tercer mundo a casa.
Apoyado en la posible homogeneización mundial de la clase obrera, concluyes tu texto con ese optimismo tuyo con el cual no puedo competir. Mi voluntad sigue optimista, pero mi razón es pesimista sin duda.
Dices: “En resumen, no obstante las duras derrotas sufridas por el movimiento obrero revolucionario internacional (una de las más graves ha consistido en el derrumbe de la Unión Soviética y de las llamadas democracias populares de Europa oriental), no obstante tales duras derrotas, me parece que la sociedad capitalista mundial se desenvuelve en última instancia según las leyes sociales descubiertas ya hace casi dos siglos por Marx y por Engels.”
Aquí apunto -nomás de paso- que el derrumbe de la URSS por lo menos propició algo positivo: liberar al marxismo de ser una ideología de estado.
En tu conclusión observas el futuro como sigue: “Por todo lo anteriormente dicho, me parece que la lucha de clases entre la gran burguesía y el proletariado internacional tiende a polarizarse cada vez más agudamente. La multitud de sociedades capitalistas nacionales tiende cada vez más rápidamente a integrarse en una sola gran sociedad capitalista planetaria y por tanto a convertirse en un solo gran teatro para la lucha de clases entre el proletariado internacional y la burguesía y habrá entonces tardado más tiempo del calculado por Marx y Engels en 1848, pero - me parece -, el fruto avanza hacia madurar en la actualidad a un ritmo cada vez más acelerado.”
¡Veo el futuro próximo tan diferente al tuyo! En la época postneoliberal la geografía se está moviendo rápidamente, como advierten los zapatistas. Tú miras un mundo como un fruto que madura porque va desdoblándose aceleradamente en burguesía y proletariado. Yo miro el mundo ciertamente desdoblándose, pero de otro modo. Veo, por un lado –con los zapatistas- un puñado de pequeñas islas de opulencia de capitalismo “avanzado” situadas en cualquier parte del mundo, por ejemplo en las selvas de Paraguay, fuertemente amuralladas y conectadas cibernéticamente entre sí y con sus colonias en el espacio, si es que las logran construir. Y veo, por otro lado, rodeando a esas islas opulentas y amuralladas, océanos inmensos de pobreza y miseria, de capitalismo “atrasados” donde miles de millones de personas son abandonadas a su suerte en un planeta contaminado y estéril.
Quizás me dirás que es pura fantasía, y de la mala. Quizás, pero no menos fantasiosa que la que tú esbozas.
Para concluir, anoto una cita del Manifiesto que sin duda sus autores hubiesen renegado de ella de haber tenido la oportunidad de vivir un siglo más. La cita retrata a Marx y Engels como hombres europeos de mediados del Siglo 19, con todos sus virtudes y prejuicios, básicamente ciegos de su eurocentrismo arrogante. Si algún “error” debiéramos subrayar en el Manifiesto, yo escogería éste en primer lugar:
“La burguesía ha sometido el campo al dominio de la ciudad. Ha creado urbes inmensas; ha aumentado enormemente la población de las ciudades en comparación con la del campo, sustrayendo una gran parte de la población al idiotismo de la vida rural. Del mismo modo que ha subordinado el campo a la ciudad, ha subordinado los países bárbaros o semibárbaros a los países civilizados, los pueblos campesinos a los pueblos burgueses, el Oriente al Occidente.”
¿Campesinos idiotas? ¿Países civilizados vs países bárbaros? (¿Ahora les decimos -¡nos autonombramos!- países atrasados?) Ciertamente, esa arrogancia era compartida por los hombres blancos europeos de la época: basta leer los comentarios de Hegel sobre China e India. Y para ser justos, el lenguaje del Marx de los años 1860s y 1870s era diferente, como sabemos. Reconoció la colonialidad. ¿Engels? No estoy seguro.