Globalización neoliberal vs globalización abajo y a la izquierda:

Juchitán: Globalización arriba vs globalización abajo



En Juchitán, la resistencia contra el neoliberalismo eólico inspira. Ayuda a entender que la globalización abajo (y a la izquierda) puede desafiar la globalización arriba. 

Llegamos a la región del Istmo; nos reciben Mario y Betina, integrantes de la Asamblea de los Pueblos Indígenas del Istmo en Defensa de la Tierra y el Territorio (APIIDTT)  y organizador@s claves de la caravana El Sur Resiste. Serán nuestras compañeras y guías en las próximas dos semanas en que iremos a recorrer espacios claves para comprender la radical transformación que la industrialización salvaje promovida por el Gobierno de la 4T está provocando en el sur del país. 

Carlos, organizador de la comunitaria Radio Totopo en Juchitán en proceso de reconstrucción después del devastador terremoto de 2017, nos introduce a Don Celestino, quien personifica singularmente la resistencia popular contra el complejo eólico industrial. 

En pocos minutos llegamos a los campos de Juchitán, Oaxaca y nos internamos en amplios terrenos que antes fueron tierras de cultivo y que hoy son verdaderos bosques de molinos de viento que generan electricidad. (En el Istmo hay más de 30 parques eólicos con miles de generadores. El que rodea el campo de Celestino tiene 117 generadores.) Calculamos al menos mil de estos que rentan cientos o miles de hectáreas. Pagan una miseria por ocupar valiosas tierras aunque a veces se les obliga a pagar una renta más sustancial, más dinero que una familia campesina obtendría trabajando su tierra.  Presionan sin cesar a los campesinos rejegos para que renten. Por pura ¿coincidencia? aparecen al mismo tiempo sicarios hostigando a quien se niegue a ser despojado En este contexto, Don Celestino rechaza los dineros ofrecidos y resiste ataques y amenazas. Rodeado de terrenos pelones sin cultivar y con un molino eólico en su centro, una granja les desafía floreciendo en el terreno de Don Celestino. Milpas tradiciones y árboles frutales contrastan grotescamente con un territorio dominado la industria eólica. Territorio abandonado pues la empresa Gas España impone como condición para rentar la tierra, que ya no se cultive. Don Celestino es una piedra en el zapato de la corporación. Tan sólo sea porque muestra a familias vecinas que fueron despojadas al rentar su tierra que otra forma de vivir es posible, y que ese vivir con dignidad se inspira en formas milenarias de comunidad. 

La resistencia de Don Celestino muestra que la resistencia local, singular, puede desafiar con éxito una corporación multinacional. Carlos y él nos relatan lo que pasó cuando Don Celestino cambio de idea y decidió que no quería rentar su tierra. “No hay oficinas para eso en Juchitán, tiene que ir a la oficina en México o en España”. Ofensivo, ¿verdad? Pero eso hizo Don Celestino. Con el Congreso Nacional Indígena (CNI) logró movilizar personas solidarias que saltaron las cercas de la oficina de Gas España en México exigiendo que la transnacional le devolviera su tierra. Mientras, más personas soltaban una manada de borregos en una oficina de la corporación en España presionando por la misma demanda. La corporación cedió y devolvió la tierra a Don Celestino aunque ha seguido hostigándolo. 

Le preguntan a Carlos si prefiere vivir en Juchitán o la ciudad de Oaxaca. Juchitán, contesta rápido agregando que en Oaxaca hay mucha pobreza. Pobreza que, con tristeza nos explica, penetra Juchitán. Las eólicas desgarran el tejido social tradicional, traen mucha gente de afuera que por lo general ha propiciado el poder del dinero y la violencia. Cierto que traen más dinero pero mucho más desigualdad,  muchos más pobres y una minoría de nuevos ricos también. Y que con ellos sus sicarios llegan sembrando terror y seduciendo los jóvenes. La violencia ordena las vidas. Antes las juchitecas podían lucir aretes de oro; hoy, con tanto ratero sicario eso suena una locura.              

  

Pero nada está escrito. En Juchitán tenemos frente a frente un mayúsculo capitalismo contra una minúscula resistencia. Y de nuevo el ratón puede llegar a madrear, o al menos darle algunos sarandazos al Gigante capitalista. Es un ratón que toca muchas fibras las que al vibrar en sincronía van sembrando el porvenir.